Las protestas de los jóvenes ante el proyecto de Ley General de Educación (LGE) derivaron en una serie de reportajes respecto de una supuesta irresponsabilidad y carencia de autocuidado de parte de los jóvenes, acercándoles sólo a fenómenos de delincuencia, violencia y drogadicción.
Esta manera ideológica de configurar un enemigo social por medio de la prensa es perniciosa para cualquier sociedad, más todavía cuando se trata del sector que esperamos sostenga la economía chilena en los próximos años. Estos jóvenes descontentos manifiestan un malestar social del que solemos descuidarnos y evadir. Este es: los enormes problemas que nuestro país muestra en emancipación juvenil. El acceso a los beneficios sociales (vivienda, educación, salud, seguridad social, etcétera) son inversamente proporcionales a las cargas (servicio militar, sistema electoral carente de incentivos, Ley Penal Juvenil, discriminación policial y laboral) que deben soportar esos adolescentes en las calles.
El resultado de este malestar es ya crónico en otras regiones: migración irregular a otros países; violencia urbana y crecientes niveles de inestabilidad democrática y decrecimiento económico. Intentar despreciar a un sector social a costa de lucrar unos cuantos puntos de rating es un riesgo del que después suelen no hacerse responsables los medios de comunicación.
Néstor Morales T.,
director ejecutivo del Observatorio de Derechos Humanos
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