
Las declaraciones realizadas a propósito de su renuncia al Ejército por parte del General (R) Santelices en las que reluce como justificación válida en un militar el miedo y la obediencia sólo por temor a la muerte dicen poco del honor militar, del que tanta gala hacía relucir hasta un día antes, más bien muestran a un ciudadano aterrorizado por una institución que no pareciera suya y que lejos de haberlo cobijado durante tantos años brindándole, pan, abrigo y honor aparece como un Leviatán desalmado y funesto con uniformados y civiles, generando sólo confusión en nosotros que creíamos que existían argumentos ideológicos que explicaban el abuso de la fuerza durante el régimen militar aunque los repudiáramos pensamos ellos creían en lo que hicieron, la versión de Sanelices habla de otro ejército de otra ideología, en esto quizás su educación militar falló pues debió haber leído, antes que a Jenofonte y su expedición, a Séneca observando, como se hiciera en este periódico hace algunos domingos atrás, que la dignidad de quien ejerce un cargo público consiste en adherir al deber que éste conlleva y no culpar una institución por actos que son al final del día, propios, es decir nos pertenecen sólo a nosotros mismos y de los cuales si la justicia del hombre no nos alcanza, srá que daremos cuenta de ellos ante un tribunal a la hora de la muerte.
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